Emprender es una cuestión de darse hostias. Pero no se trata simplemente de darse hostias a diestro y siniestro, sino de aprender de ellas y de sacar, extraer experiencias positivas. Una actitud que debe tener todo emprendedor. A la hora de lanzarse a desarrollar un proyecto, no podemos calcular cómo va a funcionar hasta que nos ponemos a ello. ¿He escogido los compañeros de viaje adecuado? ¿Son mis amigos los socios perfectos? ¿Tengo el control de mi idea o está en manos de los inversores? ¿Me juego mi patrimonio personal?
La verdad es que a la hora de emprender son muchas las preguntas que surgen y sin duda el manual del emprendedor de éxito no existe. Lo escribe la experiencia, el fracaso y el saber levantarse después de darse una buena hostia. Y perdón por la expresión.
Pero vamos al centro de la cuestión. Cuando estudias, tu carrera, un master, asistes a conferencias y charlas parece que sólo te pongan como ejemplo los casos de éxito. El fracaso a la hora de emprender es un tabú, parece un apestado del que nadie quiere oír hablar. Pero la realidad es que los casos de éxito se han construido a base de fracasos. Lo que los diferencia, lo que hace que emprender culmine en éxito es la perseverancia, el aprendizaje constante y la actitud de una mente positiva capaz de reírse y de aprender de cada hostia. Por eso, me pareció muy interesante la sesión a la que asistí la semana pasada en Las Naves, en Valencia.
Las Fuck Up Nights
Tres emprendedores natos
Confieso que no conocía estos eventos y creo que no necesita traducción. El origen de las fuck up nights se remonta al 2012, en México, cuando un grupo de emprendedores decidió compartir sus experiencias para hablar de sus fracasos. Hoy existe una web web web donde puedes ver todos los eventos que hay por todo el planeta. Y resulta que hay inversores que no apuestan por ti, si no has experimentado algún fracaso. vamos que es bueno hasta para el currículum contar tus experiencias y, por supuesto, explicar cómo saliste de ellas, lo que aprendiste y que te aportaron.
Ante todo, dar las gracias a los organizadores, a Las Naves y a los tres personas que quisieron compartir con todos los presentes sus experiencias: Paco Colomer, Juan Hernández y Alejandro Pérez. Dos informáticos y un video creativo.
Paco nos contó su experiencia. Como informático le iba de maravilla en Inglaterra y un día le hicieron una propuesta para volverse una empresa. Unos inversores querían lanzar un proyecto. Dejó su cómoda posición atrás y se lanzó. El resultado un fracaso total y una experiencia de la que aprendió mucho. A Juan la vida y las circunstancias familiares le obligaron a crecer más rápido, a toda prisa, a asumir responsabilidades muy pronto. Trabajando en barcos se ha recorrido medio mundo y ha conocido de cerca la dureza del trabajo, las condiciones infrahumanas y ha aprendido a valorar lo importante que es tener autoestima, creer en uno mismo y saber de quién te rodeas. Le embarcaron en un proyecto con muchas promesas y el resultado fue un desastre. Promesas que no se cumplieron.
Errores confesados por los asistentes
El caso de Alejandro es otro proyecto que acabó en tragedia, acabada la carrera de informática se lanzó a montar una cadena de tiendas. En seis meses habían perdido 60.000 euros y decidió cerrar. Tardó años en saldar su deuda, pero hoy ha aprendido de aquella experiencia.
Sus experiencias nos aportan mucho. estudia en qué te metes, con quién. Mira con lupa la cuestión del capital, analiza los riesgos, estudia la competencia…, es mucho el trabajo a realizar a la hora de emprender, pero está claro que Paco, Juan y Alejandro, viajan con una mochila llena de hostias. Sin duda, el mejor antídoto para prevenir el fracaso.
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